Nada más entrar en la habitación y ya tuerzo la cabeza hacia atrás, hago por controlar la respiración, y así intentar serenarme. Miro a todos lados y saludo al respetable con cara de buen humor. Muchos conocidos, otros no tanto, en general buena gente.
Mucho ha cambiado desde que llegué de Londres a esta ciudad, mi ciudad, mucho que aún todavía intento digerir, cosas que sólo una macabra y pérfida mente podría tolerar, otros, intentamos vagar entre esas imágenes, sacadas de un fresco de temática gótica, oscura y más negra que el azabache.
Quien dice vagar, dice..., bueno, por lo menos estoy vivo. Para sobrevivir a estos hechos he tenido que hacer cosas que jamás podría haber imaginado, me sentí muy mal al principio, eso no os lo voy a negar, estuve a punto de vomitar, muchas horas en vela y mi mente acabó hecha añicos. Un cierto tiempo claro, quizás si no fuese así, no podría estar haciendo este ejercicio de reflexión. Sólo habría escrito o dibujado imágenes relacionadas con los hechos vividos de una forma más oscura. De alguna forma he logrado sobreponerme, mis ojos han visto más que mucha gente, mis manos han hecho elementos que en mayor o menor medida han desempañado algún papel en los hechos, mi olfato ha olido trazos indescriptibles, mis boca ha ingerido productos exóticos, pero mi mente, mi mente es la que más ha sufrido.