En una ciudad como Roma, centro de practicante todo, eran habituales las querellas, peleas, e intrigas de todo tipo. Atraídos por la posibilidad de un futuro mejor, muchos jóvenes de provincias llegaban para convertirse en ciudadanos de segunda, aplastados por el peso de alquileres, trabajos precarios y el ritmo de una ciudad que no piensa detenerse por nadie.
También tenemos numerosas fiestas, orgías, espectáculos, desfiles promocionados por los que ostentan el poder para así tener al pueblo controlado, como bien dijo el poeta romano Juvenal: panem et circenses.
Los juegos de poder políticos de las clases altas hacen que la ciudad sea un nido de víboras donde cualquiera puede apuñalarte por ascender algo más en el escalafón. Lo peor es que esto se ha propagado y ahora la espada de Damocles parece estar encima de la cabeza de cualquier habitante de Roma. Las guerras civiles de la república han sembrado de desconfianza el Senado y se susurra que quizás ya va siendo hora de quitarle poder a dicha institución. Quizás no sea mala idea tener a los aliados cerca y a los enemigos aún más.
Recomendamos enormemente el documental “Vida y muerte en Roma” para entender cómo se comportaban y los protocolos que seguían: