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Él... Él era Lucius

Snick: Cut Slightly. Corte ligero y preciso. Este era el nombre que más he oído en las últimas semanas, mi nuevo nombre, el que elegí porque él me lo pidió cuando todo empezó. Él…

 

Decepción, frustración, dolor, rabia, ira… Admiración, empatía, venganza e incluso amistad. Cientos de sentimientos enfrentados se mezclan en mi cabeza, todos arden, luchan y se aferran fuerte en ella creando una perfecta armonía que hace que no desaparezcan.

 

El perfecto espécimen de cabello dorado había huido y desaparecido por completo. La muchedumbre empezó a dispersarse. Los lobos irían a aullar la luna o cantarle a los árboles, o a engañar a más humanas para que fueran sus parideras; el pastor se llevaría a su insípido rebaño para drogarlos y engañarse a sí mismo creyendo que son algo más que su mero sustento; otros irían de vuelta a sus casas y a sus ahora aburridas vidas… Todo mientras que su cuerpo seguía sin vida en el suelo.

Lo recogimos entre todos y fuimos a nuestro refugio. Cada uno celebró su muerte como creía que a él más le hubiera gustado. Se dieron tiros al aire mientras se blasfemaba contra todo ser, otros fornicaban como animales, otros se emborrachaban hasta perder el conocimiento, otros peleaban sin parecer conocer sus límites. Yo observaba, participaba en cada celebración pero sin perder el rumbo, sabiendo lo que debía hacer. En algún momento de la noche, todos y cada uno de ellos fueron cayendo exhaustos, cada cual por culpa de sus excesos.

 

Era mi turno de celebrar su muerte. Cogí su cuerpo inerte, lo desnudé y lo porté escaleras abajo hasta la rueda de molino rodeada de velas. Encendí solo una de ellas pues sólo una vida estaba entonces presente. Sostuve la daga ceremonial por encima de su cabeza, la agarré por el filo y la apreté con todas mis fuerzas. No pude sentir dolor, creo que incluso sentí placer al notar la calidez del líquido escaparse entre mis dedos y caer sobre su frente para ungirlo una última vez. Entonces las llamé, a todas y cada una de ellas, cada cabeza de la hidra, cada impulso, cada pecado deberá estar presente y acudir a mi llamada.

 

Él, él que ha sido nuestro guía en nombre del Wyrm, él que ha sido nuestro mentor y nos enseñó el camino. Su vida os pertenecía, teníamos un pacto, el éxito o su vida. Él que era un elegido de entre todos nosotros, el más cercano a la hidra y casi maestro de sus dones. Mi voz se elevaba y se llenaba de ira con cada palabra. Él os traicionó, nos traicionó. Él, que con un gesto cobarde se quitó la vida de la que no era dueño. Él será ahora parte de mí y yo seré parte vuestra. Yo no me someteré a ninguna de las cabezas de la hidra. Abrazaré a cada una de ellas haciéndolas mías. Yo seré la representación de la hidra sobre el suelo de este podrido mundo. Esto no es una ofrenda, ni un sacrificio. Es una promesa, un objetivo, pues yo no fracasaré ni traicionaré. Yo seré más digno de lo que él nunca fue. Acto seguido me abalancé sobre el cuerpo yaciente sobre la rueda y, a la luz de la única vela, lo devoré como jamás había comido a algo o a alguien en mi vida. No me saciaba, no quería parar, con cada bocado quería más, quería que fuera verdaderamente parte de mí. Quería su fuerza y dedicación. Quería su coraje y liderazgo. Porque ya no sirven de nada salvo para hacerme más fuerte, más poderoso…

 

La vela se apagó por sí sola. Sólo quedaban huesos y sangre seca sobre la fría piedra. Cogí el cráneo, me vestí y me largué de ese lugar para volver a saber cuándo, si es que lo haría alguna vez.

 

Nada de lo que dije se aleja de lo que pienso. Él fue un maestro para mí, o más bien un líder espiritual. Él me ayudó a darle un propósito más allá de lo humano a lo que ya venía haciendo. Un verdadero propósito. Uno que ya he notado que está cerca, cada vez más cerca y, con ello, yo más cerca de mi perfección deseada… Pero ya he comprobado y aprendido que el poder nunca es demasiado poder.

 

Él me traicionó en un gesto cobarde y desesperado. Pero su memoria y lo que él mismo significaba, nunca lo harán. Y en su nombre haré todo lo que me pidió. En su nombre limpiaré este mundo corrupto. Purgaré cada rincón de cada sitio que pise. Lideraré mejor que él pero sin olvidar su ejemplo. Los libertadores no morirán con él. Destruiré a Efialtes y a toda su progenie, pues se lo debo. Me situaré por encima de todo sobre lo que él ha estado y seré superior. Porque así es el camino que me ha enseñado y el que conquistaré en su nombre.

 

Porque ÉL... ÉL ERA LUCIUS.

 

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