Un nuevo atentado en territorio francés, en el pequeño pueblo de Angerville, al sur de París. En la madrugada de la noche se escucharon multitud de disparos de distintas armas, entre ellas automáticas, alguna de gran calibre e incluso alguna pequeña explosión. Por la sucesión de los ruidos y el testimonio de testigos que lo escucharon en la distancia, se intuye que todos los disparos fueron realizados por una sola persona, de forma secuencial y premeditada.
La localización del ruido lleva a una nave industrial a las afueras del pueblo donde había montado un auténtico campo de batalla. Parece que durante varios días se fue almacenando armas y munición de todo tipo en su interior y puestas en disposición, por cómo se han encontrado, de algún tipo de defensa. Se intuye que la persona que realizó los disparos estaba parapetada defendiéndose de alguien. No se despertó ninguna sospecha, por lo que se piensa que se realizó de alguna forma camuflada en un horario normal o comercial.