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La historia de los Despertados

Durante toda la Historia, los artesanos de la magia han guiado a la humanidad mediante el ejemplo, nunca por el control. En ningún momento de la Historia han gobernado los Magos a la humanidad. Incluso la Tecnocracia guía con el ejemplo más que con la tiranía.

 

Los primeros Magos reciben muchos nombres, títulos y etiquetas. Fuesen quienes fuesen aquellos primeros Magos, se dice que realizaron grandes prodigios, y que vivieron durante siglos. Puede que entonces no existiese la Paradoja, al menos tal y como es conocida hoy en día. De hecho, la membrana que separa lo posible de lo imposible era por entonces muy tenue y dúctil.

 

En aquellos tempranos días, comenzó a fraguarse a partir de raíces comunes la división entre Magos (quienes practicaban la magia y la reconocían como tal) y filósofos científicos (que creían que todos los fenómenos derivaban de un patrón establecido de elementos, leyes y ecuaciones susceptibles de ser descubiertas). Pero habrían de pasar varios siglos antes de que la división de filosofías condujese a un conflicto serio. Por entonces, aquella división era causa de rivalidades amistosas, no de la sangrienta Guerra de la Ascensión de la actualidad.

 

Divisiones en el seno de las escuelas de pensamiento dividieron a los Magos en asociaciones poco definidas. Las Tradiciones no habían nacido todavía. Los Magos sencillamente existían en los lindes de las culturas humanas, expandiendo su poder y su conocimiento, y utilizándolo para sus fines personales, fueran éstos perjudiciales o beneficiosos para los Durmientes que los rodeaban. Este periodo de tiempo (desde la prehistoria hasta hace aproximadamente 3000 años) es llamado habitualmente la Baja Edad Mítica.

 

La cultura humana se expandió, evolucionó y se diversificó. Muchas civilizaciones crecieron y se definieron a sí mismas y el libre fluir de las posibilidades se asentó o se estancó. El mundo de entonces era rico en culturas y Paradigmas. Los seres humanos peleaban por el territorio y el comercio, y los Magos luchaban junto a ellos para expandir sus Paradigmas a otras áreas. Los adoradores de un dios combatían a los de otro por el derecho de controlar el culto y definir el Paradigma. Filosofías y gobiernos nuevos pugnaban entre sí por la dominación. Las tribus, las ciudades y eventualmente las ciudades-estado luchaban por el derecho de controlar el territorio, la población e incluso las creencias. Los vencedores establecían las posibilidades mágicas de una región convirtiendo a sus habitantes a sus costumbres y maneras a lo largo de varias generaciones. La mayoría de estos conflictos no eran intencionados, pero con el tiempo los Magos comenzaron a descubrir el efecto que la creencia humana tenía sobre su magia.

 

Descubrieron que la fe de los Durmientes en sus métodos facilitaba su magia y, a la inversa, dificultaba la de sus contrarios. Estos Magos comenzaron a luchar para establecer territorios en los que prevaleciera su filosofía, y los defendieron con uñas y dientes contra todo intento de intrusión. Así comenzó la Alta Edad Mítica, testigo de un insólito florecimiento de la magia y el pensamiento científico, y de una variedad de filosofías inconcebibles hasta entonces.

 

La Alta Edad Mítica presenció también la división de las artes mágicas; la magia alteradora de la realidad de los Despertados, y la más estática exploración de las leyes mágicas de aquellos que carecían del potencial para utilizarla. La hechicería (el uso de leyes y teorías mágicas para moldear el mundo de manera predecible) apareció en estos tiempos. A medida que los límites de la realidad se hacían más sólidos, los Magos descubrieron que sus artes se tornaban cada vez más difíciles, y que los asombrosos poderes que habían blandido en tiempos pasados estaban limitados por restricciones crecientemente severas. Todavía podían utilizar sus poderes, pero la Paradoja se desencadenaría sobre aquellos que desafiasen en exceso tales límites. La vida eterna, la levitación de montañas y fortalezas, las tormentas gigantescas o la invocación de seres de otros mundos resultaban cada vez más difíciles y peligrosas.

 

A medida que las restricciones obligaban a establecer con mayor rigor causas y efectos, evolucionaron diferentes escuelas de pensamiento mágico, desde la brujería de lo más profundo de los bosques hasta las Altas Artes de Hermes. De las antiguas artes brotaron la alquimia y la alta filosofía, la construcción de artificios, la adoración y la fe, el refinamiento del Yo y la alteración de la conciencia. Las diversas escuelas comenzaron a combatirse y aliarse unas con otras, y brotaron amargos conflictos por todas partes. Quizá la Orden de Hermes fue la primera en adoptar una política de exterminio del pensamiento mágico diferente, pero pronto esta práctica se extendió como la pólvora entre las diferentes sociedades mágicas.

 

El conflicto constante distrajo a los Magos de la sociedad Durmiente. Como incendios súbitos, la enfermedad, el hambre y la inquisición se extendieron a través de las poblaciones mundanas cuando los Despertados las abandonaron a su suerte para entregarse a la batalla por la primacía de la ciencia o la hechicería. Las terribles batallas de los Magos imbuyeron vastas áreas con la marca de la Resonancia de tal destrucción, provocando que una miseria creciente se extendiera tanto entre los Despertados como entre los Durmientes. Los pecados de unos pocos envenenaron la fuente de todos. Como consecuencia, la Paradoja reforzó aún más el nudo con el que limitaba las fluidas posibilidades de la magia, y creció entre los Durmientes un acusado descontento hacia los Magos.

 

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