Tranquilamente sentada en la biblioteca, la Sidhe pasa hojas al gran libro que tiene delante. Una muchacha de cabellos de oro que recorren toda su espalda y parte del respaldo de la silla. Se para un momento y mira a través el gran ventanal de vidrieras que tiene enfrente, buscando pensamientos en el infinito. Tiene una tersa piel como la porcelana y sus preciosos ojos azules se pierden entre los colores de la vidriera maquinando algo. Viste un pomposo vestido digno de una corte alemana de la época con gran elegancia.
Por un momento vuelve en sí misma y busca con la mirada alguno de los cuatro libros que revolotean a su alrededor. Lo abre y comienza a ojear mientras el libro empieza a reírse por las cosquillas que le produce el paso de su dedo por las líneas de texto. Ella con el movimiento de sus labios y un leve siseo hace que la risa del libro baje e intente tranquilizarse. Coge una pluma grande de Pavo Real que había sobre la mesa y la hunde en el lateral derecho de la madera, en el cual se puede ver como si algo atravesara una superficie liquida. La pluma sale impregnada en tinta y la mesa después de que sus colores realizaran una leve torsión en torbellino, vuelvan a la normalidad de forma veloz dejando la mesa nuevamente sólida.