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Cuenta la leyenda que en otros tiempos el rey Alfonso IX se hallaba una vez más intentando asediar a la inexpugnable ciudad almohade “Hizn Qazris” con la esperanza de recuperarla de una vez. Como último recurso mandó al capitán de su tropa para que diera un comunicado al Caíd y gobernante de la ciudad. En este le advertía de que abandonara la ciudad sin más derramamiento de sangre, ya que por deber le pertenecía al reino cristiano. La hija del Caíd, reconocida por su gran belleza, se encontraba en el alcázar y no muy lejos de la escena. Nada pudo evitar que la bella princesa se fijase en dicho capitán. Lo que en ese momento fue tan sólo un cruce de miradas, en poco tiempo se convirtió en amor.

 

Durante un tiempo ambos se encontraban a escondidas cada noche gracias a los pasadizos subterráneos que comunicaban al alcázar con el exterior de la muralla. El capitán mantuvo un fingido amor por la princesa mora hasta que descubrió el túnel por el que ella escapaba cada noche. Una vez visto y teniendo en su poder la llave que abría las “puertas” hacia el interior de la ciudad amurallada, preparo el asalto definitivo. Sin mayor contratiempo, en la víspera de San Jorge, Cáceres ya era cristiana.

 

Se cuenta que el Caíd, antes de morir en la batalla , dolido por la traición de su hija, la maldijo convirtiéndola en una hermosa ave dorada y la obligó salir en esa misma noche todos los años para que fuera cazada.

 

 

Nos levantamos al anochecer. La casa esta fría y oscura. Padre nos llama, debemos salir a ayudarle. Los pies se nos llenan de tierra siempre cuando tenemos que ir a verle. Padre es grande y fuerte, él nos protege y nos enseña, nos dice cuándo hay que morder y cuándo hay que arañar.

 

Él nos cuenta que pronto van a venir nuevos hombres y mujeres. Nos recuerda lo que son, lo malos que son; que su carne debe ser cortada, que su vida debe ser devorada. Nos pone tareas, nos manda fuera. Corro por los campos de cultivo, con ganas de cumplir mi misión; cuando padre esta contento siempre cae algo más de comida y siempre nos deja dormir junto a madre.

 

Hago mi cometido, ¡ha sido muy fácil!

 

Uy.

 

 

Al principio todo eran tinieblas, los nuestros eran escasos y fácilmente cazados. La agonía de sobrevivir y la necesidad de cambiar el mundo eran dos pilones que se cedían sobre nosotros asfixiándonos hasta no poder decir basta. Creíamos que íbamos a extinguirnos, que toda la luz que le aportábamos a este mundo iba a ser cercenada por las garras de la maldad.

 

Pero el llegó como un nuevo amanecer. Como el sacro Moisés, él nos recordó que debíamos seguir, que el mundo no funcionaba por leyes paganas o por cuatro ecuaciones inventadas. El mundo funcionaba por la mayor fuerza de todas: La fuerza de Dios.

 

No todos le escucharon. Algunos le tachaban de falso profeta, de estafador. Él movió las aguas, multiplicó los peces y convirtió el agua en maná. Aun así, no le creyeron, así que el demostró su poder; en una sola noche todos los herejes y sus familias huyeron o murieron.

 

Ah la magia! Creador de milagros, realizador de glorias. La esencia de todo lo que puede ser, fue y será. Los magos, moldeadores de la realidad subviven pagando las consecuencias de una guerra en otrora perdida.

Aunque aquí no pasa eso. Aquí el abominable rival no ha llegado, aquí podéis hacer lo que queráis. No hay enemigos, no hay consecuencias.

Pero eso os hace olvidaros del coste de la magia, del dolor que genera. Os hace arrogantes, estupidos, orgullosos. No entendeis lo peligrosa que es vuestra busqueda.



Despertados ¿Temeís a la magia?

Cáceres Arcana: Tarandango

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