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Los Cuentos de Hadas No Son Para Niños

 

Las puertas a los Reinos de las Hadas están cerradas. La humanidad ha dado la espalda a la magia en favor de un nuevo sueño: un mundo estéril y banal sin misterios ni maravillas. Y así, gran parte de la humanidad ha perdido una pequeña parte de sí mismos. Han olvidado cómo soñar... 

 

Cuando los últimos pasos hacia Arcadia fueron clausurados y las puertas se cerraron de golpe, aún quedaron unos pocos de la Buena Gente viviendo junto a los humanos. Estas hadas abandonadas se vieron obligadas a adoptar una nueva forma de vida para poder sobrevivir al crudo poder de la negación colectiva de la humanidad de todas las cosas mágicas: se convirtieron a sí mismos en mortales, refugiando sus frágiles almas feéricas en carne mortal. Y así, estas hadas continuaron soñando con un día en que la humanidad volvería una vez más a lo místico. Han tutelado los sueños de los mortales, en los siglos venideros, buscando una puerta de regreso hacia los días felices en que las hadas eran bienvenidas y podían caminar abiertamente entre ellos. 

Changeling es un juego narrativo sobre el Ensueño. Sobre la inocencia perdida, el cinismo de los adultos y la apariencia convertida en vida, sobre la imaginación. Aquí podrás hallar un mundo invisible de fantasía que existe parejo a nuestra realidad. Un lugar de delicias, misterio y enormes peligros. 

Es aquí donde entenderás que los cuentos de hadas no son sólo para niños (nunca lo fueron), y que no siempre tienen finales felices. Descubrirás lo que es estar exilado de tu tierra natal, perseguido por tu naturaleza e incapaz de expresar la belleza que brota de tu alma. Sabrás lo que es estar sólo entre la multitud, ser consciente del poder de los sueños y ser capaz de usar el poder de la magia. Y aprenderás que es estar indefenso en manos del Destino e incapaz de detener el peso abrumador de la Banalidad que te roba tu memoria y todo lo que has descubierto. 

El ambiente de una crónica puede variar muchas veces, reflejando la naturaleza mercurial de las hadas. Los changeling caminan a través de un mundo invisible de maravillas teñidas de peligros y engaños. Las hadas son tan bellas como siniestras y su magia es maravillosa, pero tiene extraños precios y trampas. Y aun así, con todo el miedo a los peligros, las sospechas de traiciones y el dolor de las mentiras piadosas, los changeling sienten la gloria de una emoción intensa y ven los colores vívidos de la magia feérica.

 

Mundo de Tinieblas 

Restos de comida rápida y periódicos arrugados dispersos por las calles, empujados por el frío viento. 

Vendedores y secretarias, liberados de sus cubículos a última hora, se escabullen a toda prisa, con chaquetas azul marino que los envuelven rígidamente mientras se abren camino hacia sus apartamentos. 

El tráfico se atasca en cada semáforo, expulsando nubes de humo de escape que casi ocultan a los cansinos peatones. Un vagabundo revuelve en un contenedor, con su escaso cabello aplastado contra su cuero cabelludo por la nieve sucia. Mientras, en la parte alta de la ciudad, seguros en sus fortalezas de cristal y metal, los capitanes de la industria cuentan sus monedas, con sus ojos codiciosos brillando en sus estériles salas de reuniones. 

Vendedores de armas se ríen agitando puñados de dinero, sin importarles la matanza que conllevan sus ventas. Niños góticos envueltos en negro buscan con sus caras pálidas algo en que creer y giran desesperadamente con la martilleante música que aleja el vacío. Una niña golpeada y abandonada solloza en sus pesadillas, acercándose su caja de cartón mientras duerme. 

Mundo de Tinieblas; como nuestro mundo real, pero un poco más oscuro, un poco más terrorífico. 

 

Mundo Encantado 

Envolturas y globos de colores brillantes bailan en el viento girando y dando vueltas por toda la calle. Muñecas pálidas y oscuras marchan al ritmo de una música que no se oye mientras entran en sus casas de muchas ventanas. 

Bichos de vibrante metal maniobran a través de elaborados rituales, resoplando alegremente. Un viejo sátiro escudriña desde la esquina riéndose de los copos de nieve titilantes que caen suavemente a su alrededor. Dragones de ojos avariciosos se remontan en la vigorosa brisa invernal, atentos a las brillantes monedas que caen en la oscuridad, más abajo. 

Un artista, inspirado por la nieve recién caída, empieza a pintar una escena de antiguas torres cubiertas de nieve en medio de una tierra de fantástica belleza. Llevado al límite por el terror, un niño crea un horror imaginario con colmillos que acecha y asusta siempre a punto de atacar. Los chiquillos bailan alegres en la nieve, compartiendo descensos en trineo mientras se deslizan colina abajo, con sus gritos de alegría resonando por el parque. 

Parecido, aunque distinto, al resto del Mundo de Tinieblas, es un poco más brillante, un poco más colorido, pero no menos aterrador. 

Tocar el Ensueño es acceder a la fuente de la creatividad de la que manan todas las historias, sueños, artes y obras. Las hadas son parte de estas historias, aunque sus cuerpos sean de carne mortal, sus almas están formadas de sueños. Cada duende que pasa la Crisálida trae una pequeña parte del Ensueño de vuelta al mundo. Igual que una mariposa que emerge de un capullo, el descubrimiento de su naturaleza feérica deja volar su alma. 

Esta transformación permite al hada ver más allá de la fachada mundana y atisbar los límites infinitos del Ensueño. Dotado con la habilidad de ver tanto lo que es como lo que puede ser, un duende ocupa un mundo de posibilidades siempre crecientes, limitadas sólo por su propia imaginación y creatividad. Otro mundo brillante de magia feérica existe junto y dentro del mundo mortal, una parte intrínseca del mismo. 

 

Realidad Quimérica 

Antes de sus Crisálidas, las hadas flotan en una semirealidad, viendo el mundo como el resto, pero con flashes de extrañeza. Experimentan visiones momentáneas de realidad quimérica sin entender lo que ven, u oyen extraños sonidos atrayentes sin reconocer su origen. A veces es un olor o un gusto o incluso una diferencia táctil la que es incongruente con lo que experimenta el resto del mundo a su alrededor. Los niños, demasiado jóvenes para saber que estas alteraciones no son sucesos normales, simplemente las aceptan. Los adolescentes y adultos, más arraigados en el mundo “real”, a menudo descartan estas experiencias como alucinaciones, frecuentemente negando los sucesos para no ser etiquetados como “rarezas”. 

Aunque utilizan la carne mortal para evitar la Banalidad, el verdadero yo de los duendes se halla en sus frágiles almas glamourosas. A pesar de su concha mortal, las hadas perciben la realidad quimérica del mundo. No tienen puntos de vista cambiantes entre lo banal y lo quimérico, viendo primero una calle con el pavimento roto y los almacenes cedidos, para luego cambiar a una visión diferente en la que hay una avenida dorada con palacios a los lados. Ven normalmente el ánima mágica real que existe en cada objeto, lugar o persona. Reconocen la naturaleza inherente de personas, lugares y cosas, tejiendo estas percepciones en un todo mayor.

Así pues, no ven el maltratado libro viejo de cuentos de hadas sin cubierta, sino la calidez y el placer que incontables niños han obtenido al leerlo. Cada niño ha dejado alguna impronta en el libro, algunos una pequeña chispa de imaginación o inspiración que el libro evocó para ellos. Las hadas ven y festejan cada residuo, lo que puede hacer que el libro parezca nuevo y crujiente, con recientes colores brillantes. Del mismo modo, pueden oler deliciosas frambuesas en una bandeja “vacía”, sentir el peso del terciopelo en lo que parece un uniforme de colegio y bailar con una sinfonía tocada por grillos.

 

La Perspectiva Feérica 

Cuando están imbuidas de Glamour, las hadas experimentan el mundo como un lugar mágico y místico, lleno de cosas sorprendentes y excitantes.

Los árboles no son simplemente una colección de madera y hojas, sino pilares coronados de verde brillante y rellenos con savia que los mantiene vivos. Es más, si un hada usa su visión feérica para mirar profundamente dentro de la esencia del árbol en busca de su naturaleza feérica, puede encontrar que el árbol es un ser de sueño durmiente, con los brazos alzados hacia el cielo, los pies plantados en la cálida tierra. Los cuchillos de la mantequilla pueden ser dagas de plata, y un viejo animal disecado un brioso semental feérico, mientras que un viejo impermeable se convierte en una adornada armadura.

Están aquellos que afirman que la realidad quimérica es una realidad mayor o más expandida. Ni compartimentada ni firmemente plegada a un consenso común de lo que es “real”, este estado de sensibilidad alterado da la bienvenida a las historias, largos cuentos, leyendas, mitos, juegos infantiles, compañeros imaginarios, esperanzas y sueños. También incorpora miedos, horrores monstruosos y las imaginaciones más oscuras de la humanidad. Todo existe dentro de la realidad quimérica, y todo es tan real como los objetos que se encuentran en los límites del mundo mortal. Esta “realidad” es todo lo que resta de la edad de las leyendas: el fragmento de Arcadia que queda en la Tierra. Como dijo una vez un rey feérico: “Todo es posible en el Ensueño”. 

 

Relacionarse con el Mundo Real 

Las hadas pueden vivir en un mundo quimérico propio, pero perciben también el mundo banal. La magia no erradica la presencia de lo mundano. 

La Estirpe responde a los estímulos que la gente más mundana no puede ver, pero eso no significa que sean inconscientes de los objetos, personas o peligros del mundo real. No montan a sus sementales feéricos por las pistas de los aeropuertos ignorando los despegues y aterrizajes de los aviones, ni ignoran a un matón con una pistola.

El aspecto mágico se hace dominante, superponiéndose a la realidad mundana de los objetos y la gente con los que las hadas se relacionan, pero sin erradicar su presencia. Es casi como si los cuerpos de los duendes recordaran los detalles mundanos, mientras sus mentes ven más allá de lo ordinario hasta su esencia interior. 

Los objetos sólidos existen en el mundo mortal y deben ser tenidos en cuenta. Esto suele causar problemas a las hadas cuyo cuerpo feérico es mayor que su yo mortal. Esto es especialmente cierto en el caso de linajes como los trolls, cuyos cuerpos quiméricos pueden ocupar mucho más espacio que sus envolturas mortales. 

 

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