Igual que un ciego necesita de su perro lazarillo para esquivar los problemas de la calle o tener ojos por él, el Mago recién despertado, al estar ciego ante la realidad, necesita a su Avatar. Es ese fragmento de divinidad que nos guía en nuestro Despertar. En la cosmología hinduista, un avatar es un aspecto encarnado de un dios. En cierto modo, eso es lo que es exactamente el Avatar de un Mago: una encarnación del dios interior o incluso de alguien ascendido.

Cada Mago tiene su propia opinión sobre esto. Por supuesto, como con todos los temas existentes. Un Avatar puede parecer cualquier cosa que esperes ver. Un extraño de buen ver qué esperas ver, una preciosa dama con la que soñaste o un deforme monstruo incomprendido con el que te encariñaste. Ese espíritu guía puede parecer el infierno sobre ruedas o el cielo con cambio de marchas. Puede ser incluso como tú, tal vez como siempre soñaste ser.

Un Avatar guía al Mago a través del proceso, con frecuencia doloroso, de Despertar. A veces arrastrará al Mago, mientras éste patea y grita, por calles de pesadilla. Pero el Avatar nunca será indiferente hacia ese Mago que guía, es muy importante para ti y tú eres muy importante para él. Sea como fuera, tu Avatar tiene la llave a la comprensión mística. Cuanto más fuerte sea para ti, más vas a entender.

Un Avatar llega por primera vez a un Mago en el momento de Epifanía, en el punto donde las ilusiones mortales desaparecen. A veces esto sucede gradualmente: sucesos extraños que van cobrando sentido a medida que crece la comprensión. Pero es más habitual, al menos en esta era, que el Despertar lance al Mago a una súbita y dolorosa consciencia. Tal vez esos sucesos de repente se suman y forman una verdad literalmente asombrosa. O tal vez creencias antiguas se rompen en mil añicos, revelando verdades ocultas. Pase lo que pase al Mago y al margen de la edad (normalmente al llegar a la madurez), el Avatar sacude al Mago y ese Mago Despierta.